Mañana cumplo 33 años.
Dicen que es una edad significativa. Tolkien afirmaba que la juventud abarca de los 13 a los 33 años y que, a partir de ahí, comienza “la edad de la madurez”, cuando uno empieza a ser verdaderamente adulto. Así que hoy me he sentado a regalarme un ratito para mi y hacer este pequeño ejercicio de vulnerabilidad, haciendo una de las cosas que más disfruto: escribir. Escribir para descubrirme, para saber qué pienso, para procesar las vivencias y cimentar las lecciones aprendidas.
Creo que éste último año ha sido uno de los de mayor crecimiento interno y eso sin duda es motivo de celebración.
Para que la vida tenga sentido, necesitamos crear una narrativa coherente que conecte los distintos y, a veces, aparentemente desconectados eventos del destino. Nuestro cerebro es un órgano narrativo y necesita historias como necesita oxígeno. Tal vez por eso me fascina tanto la lectura y siempre he visto mi vida como un libro. De niña, me sentía como un personaje secundario en mi propia historia, sin conciencia de que podía ser la narradora de mi vida, con la sensación de que otros escribían y decidían por mí.
En este libro de mi vida, que hasta ahora contiene 32 capítulos, uno por cada año, han habido episodios de poesía, de comedia, de drama, de épica, de novela y de fantasía. Esta ha sido la hermosa rapsodia del libro de mi vida.
Lo que ha cambiado, es que ahora me siento autora de mi propia historia, yo decido cómo narro los hechos y qué hago con los acontecimientos que no controlo. Porque en este libro de mi vida, no escribo sola; escribo con un maravilloso co-autor que es Dios. En mi libro no tengo el control absoluto de todos los acontecimientos, sé que inevitablemente en la vida hay momentos de luchas y de alegrías, de llantos y de risas. Pero ya no le temo a los siguientes capítulos. Conozco a mi co-autor y confío en Él.
Cada día me conozco mejor y confío en mi. La verdad, es que me caigo bien. Me siento narradora y co-autora, junto con Dios, para decidir desde mi libertad interior cómo enfrentar los acontecimientos de éste libro llamado vida. La mayor de las libertades como dice Jacques Phillipe es la libertad para aceptar aquello que no se ha elegido, aquello que la vida o las circunstancias a veces nos impone.
Mi otra referencia en materia de libertad interior, mi queridísimo Viktor Frankl, afirmaba que “la única cosa que no se le puede quitar a un hombre es su última libertad: elegir su propia actitud ante cualquier situación.”
En este libro de mi vida, no he permitido que algunas circunstancias externas definan el carácter de la protagonista. “No soy lo que me pasó, soy lo que elijo ser” dice Carl Jung. Las circunstancias externas no definen a alguien, pero sí como esa persona reacciona y se transforma ante esos eventos.Creo que eso es lo que hace a las personas realmente grandes y en esa lucha diaria estoy: comenzando y recomenzando, cayéndome y levantándome. Rendirse jamás es una opción.
Sé que nada es eterno, todo es temporal. Me lo recuerda constantemente el maravilloso otoño con sus hojas naranjas que crujen al caer. Así que disfruto al máximo cuando viene un capítulo de comedia o romance y no le temo a los capítulos de drama y de tragedia. Aprendí a leer entre líneas. A disfrutar de los distintos géneros. A saberme protagonista y no víctima de las circunstancias. A tomar por las riendas la pluma del tintero y adueñarme de la narrativa de mi vida.
Hoy soy protagonista, co-autora y narradora de mi propia vida, del libro de mi vida.
Así que mañana cumpliré 33 años. 33 años he tardado en conocerme, descubrir mis virtudes y defectos, mis luces y sombras. Porque sólo se puede amar a quién se conoce. Así que paso ratos a solas conmigo, conociéndome, desvelando las capas de mi alma, disfrutando de mi compañía, preguntándome qué pienso realmente, qué quiero de la vida, quién soy y quién quiero ser.
Amar es también aceptar al otro con lo bueno y con lo malo. Así que no me juzgo, aprendo de mis errores, me observo para mejorar, me trato con compasión, intento siempre ser mi mejor amiga, mi mayor aliada.
Finalmente amar es cuidar. Así que me cuido. Me cuido por mí y porque tengo una pequeña alma de 3 años bajo mi cuidado que me necesita diariamente. Me perdono, me amo y me respeto. Incondicionalmente.
Continúo conociéndome, descubriéndome y construyéndome cada día. Como decía el gran filósofo español, Julián Marías, “ser persona es poder ser más”. Así que me cultivo. Me riego. Con cultura, con arte, con poesía, con mi trabajo, con mi humanidad. Me cultivo para entregarme. Qué maravilloso es este viaje interno.
Tras este breve ejercicio de reflexión, he llegado a la conclusión que en realidad el género del libro de mi vida es un libro de viajes. Viajar es salir de casa, descubrir nuevos horizontes y volver transformado de vuelta al hogar. Los acontecimientos externos, el paisaje, la ciudad, el país…. La verdad es que no son lo más relevante de este libro. Lo interesante hasta ahora ha sido el viaje interno, porque el destino del alma es el más maravilloso e infinito. Hemos sido creados desde el Amor y estamos transitando en esta vida terrenal para volver de vuelta a la casa del Padre, el Amor con mayúsculas, el eterno.
Me siento agradecida de poder cumplir un año más de vida. “Tengo en la vida por quien vivir…. Amo y me aman…. Soy feliz..” ¿Qué más hay?
Y para terminar con una nota de Rock and Roll (confieso que cada vez quiero tener un poquito más esa actitud irreverente") cito a David Bowie “envejecer es un proceso extraordinario mediante el cual uno se convierte en la persona que siempre debió haber sido”.
No te lo voy a negar, Verónica. Me ha sorprendido que en esta publicación haya un espacio y un nombramiento para Dios. Es un tema tan delicado y tan tabú, que los que creemos en Él, pisamos de puntillas para no exponerlo mucho en el mundo de hoy.
Me alegro mucho que lo tengas en cuenta pues la vida es un regalo del cielo, así que mañana disfruta del día y agradece por todas las personas que te quieren.
Un abrazo fuerte
Me ha gustado mucho tu reflexión y porque no decirlo me gusta tb la visión que tienes de la vida y que seas tú quien decidas como vivirla.